Como
borregos seguimos
aunque
mucho nos creamos.
Solo
a un dios venera el Mundo,
aunque
de Dios casi huyamos.
Si
bien al opio del pueblo
como
llamaran antaño
casi
se creyó vencido,
el
opio cambió de manos.
No
es Dios o las religiones
quienes
nos crean ataduras.
Es
el poder camuflado
con
distintas vestiduras.
El
espíritu del hombre
necesita
crecimiento
y
es la paz y tolerancia
para
él su mejor remedio.
Sin
embargo es el poder
el
único interesado
en
que los hombres ignoren
si
existe o no el pecado.
Supersticiones,
creencias
que
arrastramos tantos siglos
siempre
fueron divulgadas
en
beneficio del mismo.
Que
el pueblo no sea culto
y
no piense por sí mismo
y
aunque estudie siga siendo
esclavo
de algunos listos.
No
olvidemos que si un pobre
algún
día se hace rico
olvidará
de repente
cuáles
fueron sus inicios.
Y
por eso en esta vida
sin
que tenga solución
se
repiten los errores
sin
que quepa discusión.
Leonor Cuevas Martín
Leonor Cuevas Martín
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