El Niño Dios se cayó y nos dio un buen susto.
Como cada año, el día de Navidad íbamos a ver el portal
viviente. Todo estaba perfectamente representado. Era como retroceder más de
dos mil años. Los detalles cuidados, las lavanderas, los bueyes, las cazuelas
al fuego, el molino con las aspas moviéndose, la noria sacando agua, la
carpintería, los pastores, los animales… Pero al llegar al nacimiento, cuál fue
nuestra sorpresa cuando vimos que el niño tenía cuatro años. Cansado de estar
quieto, saltó para montarse en la mula tumbada y se cayó de cabeza por el otro
lado.
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